Es una infección respiratoria muy contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis.
De persona a persona a través de las secreciones respiratorias que los pacientes infectados expulsan al toser, hablar o estornudar.
Con un período de incubación que oscila entre los 7 y los 10 días, los primeros son similares a los de un resfrío, a los que se les suma una tos seca que va en aumento y es tan intensa que suele alterar la respiración, causando el ahogo del niño y alterando la alimentación y el sueño. Es más frecuente en niños menores de 5 años, y más grave en menores de 1 año. Aunque los adolescentes y adultos no suelen tener síntomas, ellos pueden transmitir la infección.
El principal objetivo de la vacunación es reducir la incidencia de tos convulsa o coqueluche en la población, así como reducir la carga de enfermedad en los menores de seis meses.
Los casos de tos convulsa han ido aumentando durante los últimos años y pueden ocurrir brotes de esta enfermedad.
Los adolescentes y adultos presentan cuadros atípicos de tos convulsa que, al no ser diagnosticados como tales, representan la fuente de transmisión a los bebés más pequeños (sobre todo menores de 6 meses), que son quienes tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones y morir. La neumonía es la causa de la mayoría de las muertes por coqueluche. Otras complicaciones menos frecuentes son las neurológicas (convulsiones, encefalopatía), sobreinfecciones bacterianas (otitis media, neumonía, o sepsis) entre otras.