Cuando muchos de nosotros éramos chicos, el sarampión era una enfermedad muy frecuente en la infancia. A los 20 años, al menos nueve de cada diez personas en el mundo la habían tenido. Pero esta situación fue cambiando: tras el inicio de la vacunación antisarampionosa en la década del sesenta, se redujeron de forma muy importante la cantidad de casos y la elevada mortalidad. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la infección pasó de causar 2,6 millones de muertes durante los años ochenta a 145.700 en 2013.
Aun así, en el mundo –y una vez más en la Argentina–, seguimos en alerta. Nuestro país comenzó el nuevo siglo sin casos endémicos, es decir, por circulación y transmisión local. Así contribuyó a que las Américas fueran el primer continente declarado libre de la enfermedad (recuadro). Sin embargo, este año, por tercera vez desde 2000, recibimos la notificación de casos importados (personas que se contagiaron la enfermedad al viajar a zonas del planeta donde todavía circula el virus). Luego se encontró que el primero de ellos, detectado en marzo, había acudido a un centro de salud porteño el mismo día que una beba de 8 meses que contrajo la enfermedad sin haber estado en el extranjero.
El riesgo de que el sarampión se reintroduzca en el país responde a tres factores clave: circulación del virus en otras partes del mundo, movimiento de personas y vacunación incompleta. “Entre el año 2000 y el 2016, la incidencia mundial de sarampión cayó un 84 % llegando a un mínimo histórico”, informa el Ministerio de Salud de la Nación. Pero también advierte que, en Europa, el año pasado se cuadruplicaron los casos de sarampión con respecto a 2016. La enfermedad afectó a 21.315 personas y causó 35 muertes en 2017. El 72 % de los casos se concentra en tres países: Italia, Rumania y Ucrania. Países de otros continentes, como China, Etiopía, India, Indonesia, la República Democrática Popular Lao, Mongolia, Filipinas, Nigeria, Sri Lanka, Sudán, Tailandia y Vietnam, también notificaron brotes entre 2016 y 2017. En nuestro continente, hay uno muy importante en Venezuela, y casos procedentes de allí se confirmaron en el Brasil y en Colombia. También se registraron casos importados en los EE. UU., el Perú, Antigua y Barbuda, Guatemala, Canadá y México.
Es un riesgo viajar sin estar vacunado o sin haber tenido la enfermedad hacia países con brotes o con circulación viral. También lo es la aglomeración de personas no inmunizadas y de otras que puedan estar infectadas, aun cuando esto suceda en regiones que han eliminado el virus, como la Argentina. No debemos olvidar que, en Buenos Aires, celebraremos en 2018 los Juegos Olímpicos de la Juventud. Antes de eso, hinchas de todas las provincias habrán regresado de alentar a la selección nacional en Rusia. Por eso, desde los primeros casos en marzo y abril, venimos trabajando para que tomemos consciencia de la importancia de la vacuna. Se considera que una población está correctamente vacunada cuando la cobertura es, por lo menos, del 95 %.
El sarampión es una infección muy contagiosa y fácilmente transmisible. Vacunarse es el modo de evitar contraerla y que se disemine. La vacuna triple viral protege contra esta infección y contra la rubéola y las paperas. En la Argentina, todos los niños deben recibirla a los 12 meses y al ingresar en la escuela (entre los 5 y 6 años). Es fundamental que cada persona revise si ella y los niños de su entorno tienen completo el esquema de acuerdo con la edad (infografía). Si no están seguros sobre sus antecedentes de vacunación, se les recomienda que consulten con su médico. Quienes tengan un viaje planificado y no tengan el esquema de vacunación completo deberán recibir la vacuna triple viral, por lo menos, 15 días antes de partir. Esto vale también para los niños de 6 a 11 meses que viajen a zonas con circulación viral activa. Pero no debe tenerse en cuenta esta dosis como parte del esquema de vacunación, por lo que igual deberán recibir las dosis correspondientes a los 12 meses y al ingreso escolar, incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación.
Es muy importante conocer los síntomas (infografía) y estar atentos a su aparición. Si durante el viaje o antes de que se cumplan tres semanas del regreso una persona presenta fiebre, debe consultar inmediatamente con un médico.
1965: Se obtuvo la primera cepa atenuada para licenciar una vacuna contra el sarampión.
2000: Se informó el último caso de sarampión endémico (no importado) en la Argentina.
2002: Se produjeron los últimos casos endémicos en América (en Venezuela).
2010: Ocurrió en la Argentina el mayor brote luego de la eliminación: 17 casos relacionados con el viaje de turistas al mundial de Sudáfrica.
2016: América se convirtió en la primera región del mundo declarada libre de sarampión.
2017: Hubo otro brote en la provincia de Tucumán tras el regreso de un viajero que se contagió en Australia.
2018: La notificación de tres pacientes con sarampión entre marzo y abril motivó un nuevo alerta epidemiológico. Fueron dos casos importados y uno autóctono. Este último, una bebé que, por su edad, aún no estaba vacunada y acudió a un centro de salud el mismo día que un viajero a Tailandia.
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