Por este motivo, es fundamental el correcto diagnóstico de la infección durante el embarazo y determinar en qué momento de éste ocurrió, considerando que el 80% de las infecciones son asintomáticas..
Desde el laboratorio existen diferentes estudios para evaluar la infección de toxoplasma gondii en la embarazada y el recién nacido: Detección de IgG específica, Detección de IgM específica, Test de Avidez (afinidad de Anticuerpos IgG) y estudios moleculares para detectar ADN de Toxoplasma gondii.
El primer y único test con el cual se debe comenzar el estudio de Toxoplasma gondii en la paciente embarazada, es la detección de AC IgG, preferentemente por técnicas de EIA validados clínicamente.
Este debe ser realizado idealmente previo al embarazo o, en su defecto temprano en el primer trimestre. Un resultado negativo indica la ausencia de infección, excepto sospecha clínica o epidemiológica de infección aguda, situación excepcional. Si existe tal sospecha se debe realizar una segunda muestra después de 2 a 3 semanas con solo determinación de IgG en forma pareada.
En una paciente susceptible, sin evidencia de infección previa, se deben indicar las recomendaciones pertinentes para evitar adquirir la infección durante el embarazo y realizar el seguimiento solo con IgG cada 2 o 3 meses según las diferentes recomendaciones internacionales.
Todo resultado positivo de IgG en el embarazo, requiere de test complementarios, excepto antecedentes de serología IgG positiva previa en un embarazo anterior o por otra condición clínica. Según los diferentes algoritmos se pueden realizar la detección de anticuerpos IgM específicos, preferentemente por técnicas de EIA de captura (doble sándwich) o ISAGA (inmunoabsorbente aglutinación ensayo), o test de avidez. Ambos estudios siempre deben ir acompañados con la detección de IgG en una segunda muestra, como se indicó previamente, para considerar la estabilidad o el aumento cuádruple del título evaluado de forma pareada. Si la detección de IgM es negativa se puede descartar infección durante el embarazo, excepto en el tercer trimestre, donde si bien la probabilidad es muy baja, podría existir infección en el comienzo del embarazo y haberse negativizado la IgM.
En caso que la IgM fuese positiva se debe realizar un test de avidez, ya que la IgM puede perdurar por meses y hasta 2 años presente después de la primo infección (IgM residual), por lo tanto no permite definir infección aguda o reciente. Un dato útil en esta situación, si bien no definitivo, es conocer la relación de positividad del test cualitativo (RP), el cual debe ser interpretado y evaluado desde el laboratorio si el RP es alto o bajo, indicando la mayor o menor probabilidad que esta detección este indicando infección reciente.
Todo resultado de alta avidez indica infección pasada en más de 4 a 6 meses y considerando el momento de la toma de la muestra esto nos permitiría definir si la infección ocurrió durante el embarazo o previa al mismo. Por este motivo, el test de avidez en el tercer trimestre tiene escaso valor diagnóstico. Es importante hacer la determinación antes de la Semana 20 de gestación.
Los resultados de baja avidez deben ser evaluados cuidadosamente y en el contexto de los otros resultados obtenidos, ya que la baja avidez puede perdurar por meses en algunas pacientes embarazadas o inmunocomprometidas, como así también considerar que el tratamiento retrasa la avidez de los anticuerpos.
Los resultados de avidez intermedia son de difícil evaluación y en escasas situaciones son de utilidad para poder definir el probable momento de la infección.
Si se confirma la infección primaria durante el embarazo, ya sea por seroconversión, aumento cuádruple del título siempre realizado por técnicas de IFI, con IgM positiva alta y baja avidez, generalmente <0.1, se puede evaluar la realización de detección del ADN de Toxoplasma gondii por PCR (reacción en cadena de la polimerasa) en líquido amniótico. Este estudio se debe realizar después de la semana 18 y 6 semanas posteriores al momento estimado de la primo infección.
Este estudio posee una sensibilidad que oscila entre el 60-100% dependiendo del momento de la infección, de la toma de la muestra y de la técnica utilizada, tiene una especificidad cercana al 100% indicando un alto VPP, permite definir si el feto está infectado.
Los estudios en el recién nacido exigen conocer los antecedentes serológicos maternos. Los estudios de IgM por ISAGA o captura, son los más sensibles después de la semana de vida para evitar probable contaminación con sangre materna y la detección de IgA aumenta la posibilidad de diagnóstico, como así también la detección del ADN por PCR en sangre entera.
Sin embargo, la sensibilidad de estas técnicas es baja, excepto en pacientes sintomáticos, y la suma de las mismas aumenta su capacidad diagnóstica. La realización de western blot para IgM es la técnica de elección pero solo se realiza en centros de referencia.
Siempre se debe realizar el seguimiento de IgG en el recién nacido hasta los 18 meses. Los test diagnósticos en el recién nacido aumentan su sensibilidad cuando la infección ocurrió más tarde en el embarazo (tercer trimestre) y disminuyen si la infección ocurrió a principios del embarazo (primer trimestre).
Nuestro laboratorio ofrece la realización de todos los test adecuados para definir cualquiera de estas situaciones, tanto los estudios serológicos, cómo moleculares, además de contar con profesionales que pueden asesorar sobre los mismos.
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