Cada año, las vacunas salvan millones de vidas en el mundo. Sin embargo, muchos adultos siguen sin recibir todas las inmunizaciones que necesitan. Entonces, se producen muertes y secuelas que podrían evitarse, así como importantes pérdidas económicas. En 2015, solo en los EE. UU., la carga financiera total debida a las enfermedades inmunoprevenibles fue de 9.000 millones de dólares. Y los individuos no vacunados fueron responsables del 80% de ese gasto –7000 millones de dólares–.
“Estos resultados no solo muestran el beneficio económico que implicaría un incremento de la vacunación de los adultos, sino que también resaltan el valor que tienen las vacunas”, enfatizan los autores del estudio, publicado en la revista Health Affairs.
A pesar de la seguridad y de la eficacia de las inmunizaciones, los adultos estadounidenses no reciben tantas vacunas como se les recomiendan. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), apenas cuatro de cada diez personas mayores de 18 años se vacunaron contra la gripe durante la temporada 2015-2016. Las bajas coberturas a partir de la adolescencia son un problema de salud pública común a muchos otros países.
Los autores del trabajo sostienen asimismo que es más frecuente que se reconozcan los efectos positivos de la vacunación, como reducir el número de enfermos y la tasa de mortalidad, que el impacto económico de no vacunarse. Este incluye gastos para el sistema de salud por consultas médicas, tratamientos y hospitalizaciones, pero también pérdidas de ingresos debidas a una menor capacidad funcional de los pacientes. Para estimar esta carga, evaluaron 14 infecciones que pueden prevenirse con 10 vacunas: hepatitis A y B, herpes zóster, HPV, gripe, sarampión, rubéola, paperas, enfermedad meningocócica (cualquier enfermedad causada por el meningococo, entre ellas, meningitis e infección de la sangre), enfermedad neumocócica (entre ellas, neumonía, meningitis e infección de la sangre), tétanos, difteria, tos convulsa y varicela. La población estudiada fueron los adultos mayores de 19 años.
De la carga total por estas infecciones, 9.000 millones de dólares, 5900 millones se debieron al tratamiento de pacientes hospitalizados y 2.400 millones al de pacientes ambulatorios. El resto correspondió a mermas de productividad como resultado de los salarios perdidos durante el período de tratamiento. Además, los científicos identificaron las infecciones con mayor impacto: gripe (5.800 millones), enfermedad neumocócica (1.900 millones) y herpes zóster (782 millones). Es decir, las vacunas antigripal, antineumocócica y contra el herpes zóster ahorrarían cifras millonarias si los adultos, en especial, los mayores, siguieran las recomendaciones.
El costo económico de las enfermedades prevenibles por vacunas varió, a su vez, con la edad de los enfermos. Entre los 19 y los 49, fue mayor para la gripe y la infección por HPV; entre los 50 y 64, para la gripe y el herpes zóster; y, a partir de los 65, para la gripe y la enfermedad neumocócica. Esto explica el elevado impacto de la gripe, ya que afecta a adultos de todas las edades.
Es importante destacar que, al estimar la carga financiera total, los investigadores no consideraron los costos del tratamiento contra las secuelas de las enfermedades causadas por el neumococo y por el meningococo por no disponer de información equivalente para otras infecciones analizadas. Sin embargo, sí estimaron ese impacto de forma independiente. La ceguera, la sordera y otras secuelas de la meningitis meningocócica o de la infección generalizada demandan unos 11,5 millones de dólares durante la vida adulta. Y la cifra se eleva a cerca de 53,7 millones para la meningitis neumocócica.
Sin duda, los resultados de este estudio son útiles para continuar trabajando en mejores políticas públicas que promuevan la vacunación. Pero también para que juntos, médicos y pacientes, abordemos los distintos aspectos que nos permiten tomar decisiones informadas sobre la salud.
Todas las vacunas evaluadas en el estudio comentado también están disponibles en la Argentina. Esto les brinda a los adolescentes y adultos del país una amplia cobertura contra infecciones frecuentes que pueden llegar a ser muy graves. Algunas de las vacunas se han incorporado al Calendario Nacional de Vacunación (CNV) de forma universal o para ciertos grupos de riesgo o particulares. A continuación, un breve detalle para tener en cuenta.
Para evaluar lo que cada paciente necesita, siempre se aconseja consultar con un profesional.
La vacunación puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Las infecciones prevenibles con vacunas matan más que el sida, el cáncer y los accidentes de tránsito. Por eso, así como cuidamos que los niños reciban los esquemas completos de las distintas inmunizaciones, es clave que todos sigamos recibiendo las vacunas necesarias según la edad y otras características personales.
Las enfermedades de los jóvenes y adultos no solo impactan en su salud. Como portan microorganismos infecciosos, pueden transmitírselos a individuos susceptibles de todas las edades. Por eso, cada persona que se vacuna cuida su salud y la de sus familias, sus compañeros de trabajo y su comunidad.
Las vacunas permitieron erradicar ciertas enfermedades de la Argentina, pero los agentes que las provocan aún circulan en otras regiones del mundo. Por los numerosos y frecuentes viajes internacionales, esos microorganismos logran atravesar las fronteras geográficas e infectar a cualquier persona no protegida. Si dejamos de aplicar las vacunas o no completamos la cantidad de dosis, muchas afecciones volverán a propagarse.
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