«De los ataques cardíacos no sabía nada –recuerda Ana–. Empecé, primero, con dolores en la espalda, que pensé que eran de la columna… Tenía todos los factores: hipertensa, fumaba muchísimo, toda comida chatarra, no te caminaba ni media cuadra. Hasta último momento, yo decía que no era el corazón… Nací de nuevo. Me tengo que cuidar por ellos, por todos, por mí”.
Ana comparte este testimonio en el video Historias del corazón, mujeres que sufrieron un infarto, difundido por la Sociedad Uruguaya de Cardiología en 2015. Ese mismo año, una de cada tres argentinas murió por afecciones cardiovasculares, y hubo ocho de estos fallecimientos por cada uno que provocó el cáncer de mama. Estas cifras se mantienen, según el último informe de estadísticas vitales, publicado en 2016 por el entonces Ministerio de Salud de la Nación. Por eso, las sociedades científicas del país también vienen trabajando activamente para informar a la comunidad. Estas enfermedades son asimismo la primera causa de muerte femenina en Europa y en los EE. UU.
“Las mujeres deben realizarse controles cardiovasculares adecuados con la misma frecuencia de las consultas ginecológicas”, destaca María Celia Bayón, cardioangióloga intervencionista e integrante del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI). Y agrega: “Hemos aprendido a prevenir el cáncer de mama y de útero mediante campañas de prevención, pero es una asignatura pendiente cuidar nuestro corazón”.
Coincide con ella Judith Zilberman, especialista en Cardiología e Hipertensión Arterial, y presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA).“La consulta cardiológica es fundamental desde jóvenes para hacer prevención y, ya más cerca de la menopausia, cuando hay más probabilidad de que aparezcan factores de riesgo, para tratarlos si esto sucede”, recalca. Y alerta que, si la mujer tiene valores elevados de colesterol y triglicéridos, puede formarse una placa en una arteria y provocar un infarto, principal causa de muerte cardiovascular.
“Debemos tomar conciencia de que es importante que nos cuidemos. Así vamos a poder seguir cuidando, como hacemos, a los mayores y a nuestros hijos, y continuar, a la vez, toda nuestra vida. Cada día, la mujer es más activa y tiene un rol cada vez más protagónico en los diferentes escenarios”, enfatiza también la experta en su charla “Hipertensión arterial en la mujer”, del ciclo 2019 de Stamboulian Talks, disponible en YouTube.
“El riesgo cardiovascular en las mujeres ha sido subestimado debido a interpretaciones y percepciones erróneas, tanto en el colectivo de mujeres como en el de los profesionales de la salud, de que las mujeres están ‘protegidas’ contra lo que tradicionalmente ha sido percibido como una ‘enfermedad del hombre’, explica Mariana García, de la Clínica Mayo (EE. UU.) en un artículo publicado en la Revista Colombiana de Cardiología. Jerarquiza el enfoque de género para diagnosticar, tratar e, idealmente, transformar el cuidado de las afectadas. Las mujeres y los varones con factores de riesgo “tradicionales”, como la hipertensión arterial, los valores elevados de colesterol y triglicéridos, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo, la alimentación poco saludable, el tabaquismo y el estrés, son más propensos a las enfermedades cardiovasculares, aunque no de igual manera (véase el recuadro): pueden afectarlas a ellas con más frecuencia o de distinta manera.
Zilberman remarca: “La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte. Si una mujer es hipertensa, debe tratarse, junto con los demás factores que aparezcan”. Y recuerda que es necesario mantener la presión controlada por debajo de 140/90 mmHg. “Es muy importante conocer la técnica para medirla. Hoy aconsejamos los tensiómetros automáticos validados; hacer, por lo menos, dos tomas, y tener en cuenta la segunda, que seguro será menor que la primera”, detalla.
Tratar la hipertensión implica, por un lado, usar medicamentos. “Si están indicados, hay que tomarlos todos los días; si no, por más que sean muy buenos, vamos a seguir con el problema. Y es probable que tengamos que tomarlos toda la vida si se nos hizo un buen diagnóstico”, aclara Zilberman. Por otro lado, es clave incorporar nuevos hábitos para llevar una vida más saludable, como mejorar la alimentación y consumir menos sal, y hacer más actividad física. “Preferentemente, aeróbica y que nos guste y gratifique”, enfatiza la experta. Por eso, aclara que hay opciones más allá del gimnasio, como nadar o bailar. También recalca que sea periódica y continua en el tiempo. Se recomiendan, como mínimo, 150 minutos semanales.
En el blog de Mujeres en Rojo Argentina (iniciativa de la Federación Argentina de Cardiología), su directora, Mildren Del Sueldo, publicó un artículo en el que muestra las diferencias relacionadas con el estrés. En Villa María (Córdoba), usando escalas que permiten evaluar el estrés de una persona, encontraron que era más frecuente en la mujer. Además, la médica cardióloga menciona un estudio que evidenció que el estrés las afectaba de distinto modo: los valores de adrenalina, sustancia que el organismo genera en respuesta a un factor estresante, se elevaban cuando los varones llegaban al trabajo, pero luego bajaban y, aunque registraban otro pico pequeño por la tarde, se reducían definitivamente al volver a casa. En cambio, en las mujeres no solo se observaba ese pico en el ámbito laboral, sino también un segundo, a veces más marcado, al regresar al hogar.
A su vez, en las mujeres, se identificaron factores de riesgo “no tradicionales o emergentes”: parto prematuro, diabetes gestacional, trastornos hipertensivos del embarazo (hipertensión gestacional, hipertensión crónica y preeclampsia), enfermedades autoinmunes, depresión, cardiopatía isquémica, entre otros. Por eso, Del Sueldo subraya que es importante investigar si la mujer tuvo embarazos con esas u otras características. También llama la atención sobre otros factores por considerar: la primera menstruación temprana o tardía (antes de los 12 años o después de los 15) o no haber recuperado entre los 3 y 12 meses posteriores al parto el peso que se tenía antes de concebir.
Por su parte, las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide o el lupus, no solo son mucho más frecuentes en la mujer, sino que multiplican de tres a nueve veces el riesgo de infarto o de ACV. Del Sueldo apunta a otro aspecto singular de la salud femenina: “Cada vez son más las mujeres sobrevivientes a algún tipo de cáncer, fundamentalmente, el de mama, que es el más frecuente en nosotras. Hoy también sabemos que toda mujer sometida a radioterapia mediastínica o quimioterapia debe ser incluida en un programa de vigilancia del riesgo cardiovascular a largo plazo”.
Las enfermedades cardiovasculares también pueden manifestarse de distinta forma en la mujer y en el hombre. Por ejemplo, el infarto puede producir no solo el dolor típico en el tórax que se irradia hacia el brazo izquierdo, sino también otros síntomas menos específicos: malestar o dolor en uno o ambos brazos, en la espalda –fue el caso de Ana–, en el cuello, en la mandíbula o en el estómago; náuseas; vómitos; ardor; sensación de falta de aire acompañada de dolor o sola; sudores fríos o mareos.
Así, las mujeres pueden no prestarles la debida atención a estas señales para buscar ayuda a tiempo. “Tardan, en promedio, 53,7 horas en consultar al médico, mientras que los hombres demoran alrededor de 15”, informa Bayón. También es crucial, por supuesto, que reciban con rapidez el diagnóstico adecuado, que los síntomas inespecíficos también pueden dificultar. De allí, la formación profesional que promueven las entidades científicas.
Asimismo, Bayón indica que se usan menos estudios complementarios e intervenciones terapéuticas en las mujeres y que tanto la angioplastia como la cirugía de bypass coronario dan mejores resultados en los hombres. Muchos medicamentos hoy en uso se han evaluado en ensayos con varones, y estos resultados se extrapolan a otro grupo. “La mujer dista de ese modelo de 1,70 metros y 70 kilos”, añade Zilberman, que avala la necesidad de estudios más adecuados de cara al futuro. En la investigación en otras áreas importantes de la Cardiología, el género aún está poco representado, según García. ”Se proyecta que, para el año 2030, en el mundo, habrá 1200 millones de mujeres mayores de 50 años, con lo cual deben implementarse estrategias de promoción y prevención de la salud para que la mujer llegue a la menopausia lo más saludable posible”, concluye Del Sueldo.
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