Existen en el mundo distintas especies de hantavirus, que producen dos cuadros graves en los seres humanos: la fiebre hemorrágica con síndrome renal en Asia y en Europa, y el síndrome cardiopulmonar por hantavirus (SCPH) en América. Si bien pocas personas se infectan de forma anual en las zonas de riesgo, el hantavirus tiene un impacto importante en la salud pública por la elevada mortalidad de estos cuadros –del 30 % al 40% en el caso del SCPH–, por el riesgo de que se produzcan brotes y porque no existe un tratamiento específico. En la Argentina, los casos ocurren de forma estacional, durante la primavera y el verano. La mayoría de ellos, entre noviembre y marzo.
Existen cuatro zonas endémicas (véase el mapa) en las que circulan distintos hantavirus:
Hasta ahora, la mayor parte de los casos han ocurrido en los bosques andinopatagónicos, en el delta del Río de la Plata y sectores ribereños de los ríos Paraná y Uruguay, y en la zona de yungas de Salta y Jujuy. Más del 70 % de los afectados residen en áreas rurales y trabajan en el sector agrícola-ganadero.
Diversos tipos de roedores silvestres que habitan en entornos rurales actúan como reservorios de los hantavirus, tienen una infección crónica sin síntomas y contaminan el medioambiente al eliminar el virus en la orina, la saliva y los excrementos. En general, la transmisión ocurre cuando el ser humano, por actividades laborales o recreativas, se introduce en el hábitat de los roedores, en zonas suburbanas y ambientes rurales (en especial, aledaños a las viviendas). También al ingresar en espacios que han estado cerrados, como galpones o depósitos, e infestados por roedores. En estas circunstancias, el hantavirus se puede transmitir de tres maneras:
Solo en el caso del virus Andes Sur y del virus Andes Buenos Aires han ocurrido contagios por contacto estrecho con una persona infectada. Por ello, las secreciones respiratorias y otros fluidos humanos deben considerarse peligrosos cuando se detectan estos virus. No hay evidencia científica que indique que la especie Laguna Negra o que las otras variantes de la especie Andes puedan transmitirse entre personas.
Luego de un período de incubación de entre 7 y 45 días, aparecen los síntomas iniciales, similares a los de un estado gripal, aunque no están afectadas las vías respiratorias superiores, y persisten de 3 a 5 días. Después de esta etapa, algunas personas infectadas pueden presentar de manera abrupta una dificultad grave para respirar y se produce el SCPH, que genera insuficiencia respiratoria y shock en pocas horas. De allí su elevada mortalidad.
Debe sospecharse que una persona se infectó en los siguientes casos:
Estos antecedentes sugieren una posible exposición al hantavirus:
Las personas con síntomas de la enfermedad deben acudir rápidamente a un centro de salud para una consulta médica.
No hay un tratamiento específico; por eso, se usan medicamentos e intervenciones médicas para aliviar los síntomas y tratar las complicaciones. Los pacientes con SCPH deben ser atendidos en establecimientos hospitalarios con unidades de terapia intensiva que cuenten con asistencia respiratoria mecánica. Si la infección se diagnostica a tiempo y los pacientes reciben los cuidados necesarios, el pronóstico mejora, y disminuye la mortalidad.
Las medidas para evitar el contacto con los roedores y con sus excretas, tanto en las viviendas como en los ambientes de trabajo, son las más eficaces. Por eso, la mejor estrategia preventiva es comunicar el riesgo y educar a la población sobre medidas de ordenamiento ambiental y saneamiento básico (véase el recuadro). Deben reforzarse las medidas en inmuebles ubicados en el límite de áreas rurales y silvestres.
En ámbitos de trabajo que se establezcan por un tiempo prolongado en dichas áreas, deben aplicarse rodenticidas en la zona aledaña a las edificaciones, como medida complementaria a las de saneamiento (véase el recuadro). Aunque el hantavirus no resiste la luz solar ni las corrientes de aire, los trabajadores rurales que realicen control de plagas, desmalezamiento u otras tareas con exposición directa al hábitat de los roedores silvestres deben usar respirador N95 con mascarilla y guantes y botas de goma para manipular roedores y trampas. Además, luego de haberlas usado, deben lavar y desinfectar las herramientas de trabajo con detergente, solución de lavandina o alcohol etílico diluido al 70 %. También se deben habilitar baños químicos en áreas que no cuenten con acceso a alcantarillado u otra alternativa sanitaria.
Si se sospecha que una persona se infectó con las especies Andes Sur o Buenos Aires de hantavirus, se la debe internar durante, al menos, siete días desde el inicio de la fiebre en condiciones de aislamiento respiratorio, con habitación individual y restricción de visitas. Los profesionales de la salud que asisten a un caso sospechoso deben usar barbijo N95, guantes, camisolín y antiparras, entre otras medidas para evitar el contacto con secreciones o fluidos corporales.
Las personas sin síntomas que hayan convivido con un caso confirmado de infección por las especies Andes Sur o Buenos Aires o que, sin haber estado usando un respirador N95, hayan tenido contacto estrecho con un caso confirmado (en algún momento desde los dos días previos al inicio de la fiebre hasta dos días posteriores a la aparición de ese síntoma) deben seguir las siguientes recomendaciones:
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